Hoy estaba charlando con un amigo musico, y nos cuestionabamos si es posible hoy en día crear algo nuevo.
Creo que de entrada la palabra nuevo implica que existe lo viejo, por consecuencia el termino involucra el tiempo, la historia. Una historia que sirve de punto de referencia y de partida para todo. Pero a estas alturas, el pasado ya no basta; ir en contra ya no es suficiente; ya no tiene sentido ser revolucionario de otras revoluciones. Ahora, ¿que nos queda? ¿Nuestro punto de vista? Tal vez debamos replantearnos la creación, no como algo nuevo, sino verdadero.
¿Que opinan ustedes? Me encantaríaescucharlos leerlos, comenten si les apetece porfavor.
¿Que opinan ustedes? Me encantaría
Quiero compartirles este maravilloso texto de Octavio Paz que a si mismo me compartió mi amigo:
El laberinto de la soledad (Final del capítulo Nuestros días)
El objeto de nuestra reflexión no es diverso al que desvela a otros hombres y a otros pueblos: ¿cómo crear una sociedad, una cultura, que no niegue nuestra humanidad pero tampoco la convierta en una vana abstracción? La pregunta que se hacen todos los hombres hoy no es diversa a la que se hacen los mexicanos. Todo nuestro malestar, la violencia contradictoria de nuestras reacciones, los estallidos de nuestra intimidad y las bruscas explosiones de nuestra historia, que fueron primero ruptura y negación de las formas petrificadas que nos oprimían, tienden a resolverse en búsqueda y tentativa por crear un mundo en donde no imperen ya la mentira, la mala fe, el disimulo, la avidez sin escrúpulos, la violencia y la simulación. Una sociedad, también, que no haga del hombres un instrumento y una dehesa de la Ciudad. Una sociedad humana.
El mexicano se esconde bajo muchas máscaras, que luego arroja un día de fiesta o de duelo, del mismo modo que la nación ha desgarrado todas las formas que la asfixiaban. Pero no hemos encontrado aún esa que reconcilie nuestra libertad con el orden, la palabra con el acto y ambos con una evidencia que ya no será sobrenatural, sino humana: la de nuestros semejantes. En esa búsqueda, hemos retrocedido una y otra vez, para luego avanzar con más decisión hacia adelante. Y ahora, de pronto, hemos llegado al límite: en unos cuantos años hemos agotado todas las formas históricas que poseía Europa. No nos queda sino la desnudez o la mentira. Pues tras ese derrumbe general de la Razón y la Fe, de Dios y la Utopía, no se levantan ya nuevos o viejos sistemas intelectuales, capaces de albergar nuestra angustia y tranquilizar nuestro desconcierto; frente a nosotros no hay nada. Estamos al fin solos. Como todos los hombres, como ellos, vivimos el mundo de la violencia, de la simulación y del ninguneo; el de la soledad cerrada, que si nos defiende nos oprime y que al ocultarnos nos desfigura y mutila. Si nos arrancamos esas máscaras, si nos abrimos, si, en fin, nos afrontamos, empezaremos a vivir y pensar de verdad. Nos aguardan una desnudez y un desamparo. Allí, en la soledad abierta, nos espera también la trascendencia: las manos de otros solitarios. Somos, por primera vez en nuestra historia, contemporáneos de todos los hombres.
Octavio Paz