viernes, 3 de julio de 2015

Entendiendo

Creo que voy comprendiendo alguito. La vida es justa, pero no se rige por el sentido de bondad y maldad que tenemos los humanos. Qué vanidad pensar que el universo entero y su belleza profunda puede regirse por nuestro código moral. La justicia es bella como es bello el color de la sangre. Adán y Eva se expulsaron del paraíso al alimentarse del "árbol del conocimiento del bien y del mal". Madurar es olvidar ese mundo dual.
Me pregunto si algunas personas que forman la iglesia católica que influye tanto en nuestra sociedad leerán sus libros. Qué bueno que nuestro presidente sí lo hizo.

lunes, 20 de abril de 2015

Antes creía que sabía actuar y sólo podía actuar lo que sabía. Ojalá hubiera sabido que no se nada de nada. Solo actuar, pero eso no se sabe, se entiende y se hace. Todo lo demás, el ruido es porque no me aguanto.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Me acabo de percatar que llevo toda la vida deseando cosas que nunca quise de verdad. Más bien quería ser como los demás. Pensé que como ellos, yo también debía trabajar para conseguir las cosas que te hacen exitoso. Cuando alcanzaba esas cosas me sentía caminando en los zapatos más bellos e incómodos del mundo. Me sentí mediocre por no desear esas cosas tanto como los demás. Hoy entiendo que mis aspiraciones son otras. El éxito es una simple estadística. En cambio la felicidad, la plenitud y la paz es lo único valioso. Lo mío son los huaraches, y me hace más plena de lo que nunca antes fui.

lunes, 26 de agosto de 2013

Aviso de ocasión

Se trasladan sentimientos. Terriblemente bellos, requieren grandes espacios y sistemas de contención. Aquí ya no caben. Informes aquí.

Pequeña declaración de amor

Hoy, a los 31, volví a creer en el amor. El amor es un pájaro frágil dormido en mi mano.
Ahí, en mi mano, mi amor respira. Me duelen los dedos de apretar tanto.

miércoles, 10 de julio de 2013

Huecos

Hueco:

a) Espacio vacío, constantemente presente, donde antes habitaba un algo.
b) Espacio requerido, inexistente, necesario para guardar aquello que sigue latiendo.

Yo colecciono huecos. Tengo un montón, los clasifico, les pongo nombre y apellido. Afectos muertos, cicatrices gruesas, orgasmos (a secas), sueños perdidos, amores que me olvidaron.
Los barro y sacudo religiosamente cada tres meses. De vez en cuando vengo y les prendo una velita para que no se sientan tan fríos. Ya se que no sienten pero a veces creo que respiran. Y si respiran, ¿pueden pudrirse no? Ay Dios que no pase eso porfavor. Es que aprendí que si no los cuidas se llenan de cualquier cosa. Tenía uno tan chuequito que me daba vergüenza, y un día atiborrada de vino decidí abandonarlo. Pero otro día de Diciembre mientras vagaba en el limbo me lo encontré de nuevo, y ya estaba lleno de... Me tomó meses limpiarlo y nunca quedó como antes. Simplemente dejó de ser un hueco. Ahora son veinte kilos los que me pesa de mas. Y por más que intento no puedo quitarle ese olor a perfume barato.

También aprendí que en los huecos no puedes meter cualquier cosa. Ahora mismo tengo un sueño enfermo en mi mano como un pajarito dormido. Busco el hueco, el cajón y el candado para olvidarlo. Lo siento respirar, ya no se mueve, perdió las alas, muere de sed y en mis huecos ya no hay espacio para él. Por eso sigue en mi mano y aprieto suave. Me duelen los dedos de apretar tanto.

sábado, 27 de abril de 2013

De cómo me asaltó la mirada de un hombre mayor que aterrizó en mis ojos desde otro mundo

Mientras la música taladraba nuestros oídos y todos saltábamos juntos poseídos por el beat, un extraño hombre mayor intentaba abrirse paso entre ésta gran masa de gente. Su camisa a cuadros azules, lentes de órbitas redondas y pantalones de pana nos gritaban desde otro mundo. Y desde éste mundo olvidado nos miraba a todos, melancólico. Avanzaba lento, peleando por cada paso, esquivando manotazos y furiosos tacones. Tenía la mirada de alguien que busca lo que perdió hace mucho tiempo.

Mi cuerpo estaba en el centro del salón moviéndose a su antojo mientras mi mente disfrutaba en otra galaxia más hermosa. Y ahí me expandía cada vez más, potenciada por un Dios artificial, ciego y extranjero. Entonces el hombre mayor alcanzó el centro del salon creando una colisión brutal entre su cuerpo y el mío. Instantáneamente me propulsé de regreso, desde el éxtasis hasta el presente con la velocidad del sonido, y caí punzante en el centro de mi cabeza que aún no lograba sentir como mía. Así me asaltó la mirada de este hombre mayor que aterrizó en mis ojos desde otro mundo.

Nos encontramos el uno al otro de frente, incapaces de evadirnos. Miré su rostro que se iluminaba a pedazos por flashes de luz intermitente. Una pupila azúl, una barba a punto de ser totalmente blanca, una ojera izquierda, las grises cejas larguísimas, tres arrugas enormes en el cuello sosteniéndose la una a la otra, a la vez sostenidas por un botón a punto de estallar, y una mirada triste que se metía cada vez más lejos en mi pupila. Lejos hasta desconocerme. Pasaron veinte segundos y los dos seguíamos parados ahí, mirándonos entre cabellos en vuelo, brazos golpeando el aire, almas ausentes. No supe en qué momento el extraño hombre mayor había seguido su camino, pero cuando el presente me terminó de golpear el ya no estaba ahí.

Ya completamente sola, sentada en la acera de una calle oscura, decido aceptarle este round al silencio. La musica de la fiesta se escucha lejos. Observo mis manos pero no las reconozco. Ésta piel tampoco es mía y sin embargo hace que sienta frío. Hay algo que pulsa incómodamente en mi centro y no puedo apagar. El cielo que está encima envuelve pero no protege. Qué pequeños somos frente a la soledad de una estrella.

Alguna vez tuve un mundo y lo olvidé. Me lo recordó la mirada del hombre mayor que aterrizó en mis ojos desde otro mundo.