jueves, 4 de octubre de 2012

Y nada.

Pude sentir la vida solo dos veces cuando era una niña. Ocurrió mientras me imaginaba que era un mono prehistórico, y admiraba perpleja el cemento, las llantas sobre el pavimento, los cables en el cielo, mi nariz pegada al vidrio y el vaaaaaaaho. Ese calorcito húmedo en mis mejillas y los edificios corriendo frente a mi no podían ser reales. Después de un segundo todo volvía a ser normal. La reali
dad era otra vez un hecho.

Trato de volver a sentirlo. Me quedo viendo por largo tiempo una llanta girar, los cables de la luz abriendose paso entre las ramas de un arbol, la computadora postrada en un escritorio de metal... Y sigo intentando, buscando que esto, aunque sea solo por un segundo, sea otra vez nuevo y ajeno.

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